07 septiembre 2016

MI EXPERIENCIA EN COMPETICIÓN. EL GRAN RETO

Este post que hoy traigo no viene acompañado de ninguna nueva técnica de entrenamiento, ni consejos de alimentación, ni nada por el estilo. De lo que hoy voy a hablar es de una experiencia única e inolvidable que viví hace unos días pero que realmente comenzó meses atrás, y que creo que podría servir como inspiración o motivación para muchos otros.



Durante el pasado mes de abril empecé a sentir una necesidad de afrontar nuevos retos, esa sensación que te dice que el cuerpo está pidiendo nuevos desafíos y hacer grandes cosas que no hubieras hecho antes, recordando mi mejor registro en una etapa de definición en el pasado año 2015 y siendo ésta mi asignatura pendiente tiempo atrás. Así que pensé que había llegado el momento de vivir el lado más extremo del fitness y conseguir algo realmente grande que me mantendría motivado por muchos más años y que me haría ganar en experiencia tanto personal como profesional. Decidí entrar en competición, lo que antes he nombrado como el lado más extremo del fitness o el punto en el que deja de ser sano y más adelante veremos exactamente por qué.








La competición no estaba organizada por mí, evidentemente, pero sí que era el dueño de mi reto, por lo que me impuse unas condiciones con las que pretendía superarme en todos los aspectos. Por un lado, pese a que lo habitual es contar con un preparador personal seas quien seas, tomé la decisión de poner a prueba mis conocimientos, de ver que es lo que podría llegar a hacer con mi propio cuerpo por mí mismo y sin experiencia previa en competición. Quizá fue el punto más temido, pero a su vez os aseguro que el más emocionante, y esta fue la primera condición que me impuse.



En segundo lugar, entendiendo que muy poca gente puede permitirse la mejor y más completa suplementación acompañándote en tu objetivo (entre los cuales no estoy yo), lo que podría suponer una gran diferencia en el resultado, decidí colocarme en el extremo contrario e imponerme como segunda condición utilizar única y exclusivamente una proteína estándar y los nutrientes de la comida. Es cierto que esto lo haría todo aún más complicado pero, puestos a retarnos, ¡hagámoslo a lo grande!








Terminó abril y con el inicio del mes de mayo comenzó mi etapa de definición 2016, este año más con más responsabilidad que nunca, y la empecé con unos 82 kg, alrededor de un 15% de grasa y preparándola para avanzar de manera muy progresiva. Con un objetivo bien organizado y planificado paso a paso todo es mucho más sencillo, por lo que quizás este punto sea capaz de marcar una gran diferencia durante la preparación (al igual que en cada etapa del resto del año).



En cuanto al entrenamiento no hubo grandes cambios para los inicios, destacando únicamente el mayor tiempo dedicado al ejercicio cardiovascular, y la reducción de carbohidratos en la parte de alimentación. Durante este tiempo es muy fácil decir no a la comida prohibida y te sientes realmente fuerte y motivado pero, el camino se hará dolorosamente largo más adelante. Eso sí, cada semana, y sólo si has cumplido como debes en todas las comidas llegaría el premio del ‘cheat meal’ (comida trampa), que aparte de tener sabor a premio es recomendable hacerlo por muchos otros beneficios que hemos explicado en publicaciones anteriores. En mi caso hice uno semanal excepto el último mes de preparación que los suprimí por completo.



Según avanzaba en el objetivo cambié la estructura de mi alimentación introduciendo las famosas cargas y descargas de carbohidratos, y utilicé el siguiente esquema: descarga los lunes y los martes; carga los miércoles; de nuevo descarga los jueves y los viernes; y para acabar la semana carga los sábados y los domingos. Seguramente habrá otros esquemas diferentes a este, pero a mí, personalmente, me gustó de esta manera. Eso sí, importante recordar que no suprimimos los carbohidratos por completo, para los días de descarga dejé una pequeña toma al levantarme y otra como pre-entreno (incrementando las proteínas estos días para evitar el catabolismo). Y bien, en esta etapa subimos el nivel de dificultad y es cuando comienza a aparecer el auténtico cansancio y debilitamiento, sobre todo los días de bajos carbohidratos, que se va acentuando según avanzamos y nos acercamos al gran día con cada vez menos reservas, esperando la siguiente carga como un niño espera el día de reyes.








El último mes de preparación me coincidió con las vacaciones de verano, es decir, varios días sin gimnasio, pero esto no significa días sin entrenar y mucho menos con lo cerca que estábamos del objetivo. Encontré un parque en plena playa con barras y este tipo de instalaciones donde hice mis entrenamientos, con ejemplos como los que ya puse en mis redes sociales (‘@rubenmolinafit’ en Instagram o mi página ‘Rubén Molina’ en Facebook) y seguiré subiendo con ideas distintas para animar a todo el que no pueda ir a un gimnasio a practicar este deporte. Además, os aseguro que cuatro barras y algún banco fue material suficiente en esos días, pues las fuerzas ya eran mínimas y lo que antes no supondría gran trabajo se convirtió en un duro castigo para entonces.



Seguían pasando los días, la competición parecía estar cada vez más lejos y no al contrario como realmente era, y entramos en la última semana, en la que apareció la parte más dura de todo el camino. Similar a enfrentarse al gran jefe de los juegos de aventura tras una larga secuencia de niveles, en nuestro caso nos enfrentábamos a una última pero gran descarga de carbohidratos, seguida de una fuerte carga que acabaría en el escenario y todo ello acompañado del control de agua y sodio. Mi planificación final se estructuraba con 4 días de descarga y 3 días de carga progresiva a continuación, con 6 litros de agua diarios y abundante sal en las comidas en los 4 primeros días, y la cantidad de 3 litros, 1’5 litros y un máximo de 0’5 litros en los 3 últimos días reduciendo también la sal al mínimo. Con esto último lo que buscamos es la eliminación del agua (hablaremos en detalle sobre esta práctica más adelante), principalmente subcutánea, que nos daría el punto final para subir al escenario con una apariencia más rocosa.








Tras la gran descarga y con los depósitos de glucógeno totalmente vacíos nos preparamos para la última carga que, al volver a llenar los mismos, nos daría un aspecto más voluminoso, y esto junto a la eliminación de líquidos es lo que llamamos la puesta a punto. Pero no por poder llenarnos de carbohidratos y grasas el día de la competición se acabaría el sufrimiento, es más, este día es el peor de todos, pues un durísimo adversario nos hace sentir que el hambre que hemos pasado no tiene importancia alguna, hablamos de la sed. Como hemos comentado antes en las últimas 24 horas apenas caen gotas de agua en nuestra boca y si a ello sumamos las altas temperaturas de Málaga en pleno agosto y en plena calle el resultado es aterrador.



El día empezó temprano para nosotros, pues nos esperaba el largo y cansado viaje al sur, y debíamos estar a tiempo para el pesaje que se hizo por la mañana. Al llegar allí y ver aquella espectacular zona de Málaga, el escenario y a los demás competidores llegar, el cansancio acumulado desapareció (temporalmente) y se convirtió en pura emoción, pues sentía más que superado el reto con mi mejor forma física hasta el momento, unos gloriosos 74’6 kg y un increíble 5% de grasa corporal, y estaba a sólo unas horas de competir delante de 3.000 personas. Así que llegó el mediodía, y puntualmente la organizadora cogió su micrófono para explicarnos como transcurriría el evento, y pasamos uno a uno al pesaje y recogida de dorsales. A partir de ahí nos dirigimos al hotel para descansar lo que pudiéramos, comer como animales (al menos yo) y rematar los últimos detalles. Bueno lo de descansar vamos a quitarlo, porque entre los nervios y terminar de arreglarme se me echó encima la hora de salir de vuelta y nadie pegó ojo.








Volvimos al lugar del evento, aún había tranquilidad y los locales de comida rápida seguían haciendo caja gracias a todos los protagonistas. Los patrocinadores terminaban de colocar su stand y algunos competidores ya empezaban a darse la última mano de tinte. Y es a partir de este momento cuando empezaba lo peor, pues ya llevábamos algunas horas sin agua y el Sol seguía castigando a la ciudad, de hecho algunos teníamos ciertas complicaciones con el tinte y el incontrolable sudor (especialmente los que no teníamos un material de primerísima calidad), lo que nos hacía estresarnos aún más. Pero el gran momento se acercaba y cada vez más gente aparecía por allí, por lo que el nerviosismo se hizo más y más intenso. Entonces llegó un organizador con una salvadora frase que transmitirnos con la que comunicaba que Men’s Physique sería la primera categoría en subir al escenario. Tragó saliva aquel al que aún le quedara algo, nos despedimos de los nuestros y con el corazón a mil nos dirigimos al backstage.



Unos minutos quedaban para el gran momento que esperaba desde tantos meses atrás, me sentía enorme, sabía que ese gran reto que me propuse estaba superado y lo único que faltaba por hacer era subir allí para mostrarlo a miles de personas. Mientras nos llamaban (tardé en salir ya que llevaba el dorsal 42) seguimos calentando detrás del escenario y tratando de controlar un ritmo cardíaco muy acelerado que sólo iba a más, hasta que apareció un compañero que salió de los primeros para decirme ‘te sientes enorme allí arriba, dalo todo’. Ahí me olvidé por completo de que estábamos compitiendo, cada uno llevaba su historia, algunos con experiencia, y otros no, pero yo sabía por qué estaba allí y por lo que pasé hasta ese momento, así que sentí el mayor de los orgullos y me coloqué en mi lugar para salir.








Entonces pronunciaron mi nombre y mi dorsal y subí las escaleras con gran satisfacción, dispuesto a realizar las poses lo mejor que pudiera, pero sobre todo a disfrutar del momento mientras mi participación durara, pues sabía que sería un momento único que siempre recordaría. Desde luego que así fue, pero lo que sientes es tan emocionante como extraño y no encuentro palabras que  lo definan con exactitud, simplemente me quedé con la sensación. Hasta que llegó el momento de la clasificación en el que ni siquiera esperaba escuchar mi nombre, se trataba de un campeonato nacional con grandes competidores experimentados, a lo que se sumó mi falta de práctica y soltura en el escenario y los tintes de no muy alta calidad que sobre todo los novatos usamos. Eso sí, nadie podía quitarme el triunfo de mi desafío personal, y con la sensación de ganador es con la que bajé del escenario a buscar a los míos.



Así que ya estaba hecho, oficialmente este largo camino había llegado a su fin y desde ese preciso instante todos nos acercamos a por el premio que más impacientes nos tenía: ¡el de poder beber tanto como quisiéramos! Visualizamos la entrada de un restaurante con una maravillosa máquina en la que recargar las bebidas una y otra vez y corrimos hacia ella dispuestos a dejarla totalmente seca. Orgullosos, eufóricos y satisfechos, competidores y acompañantes nos juntamos unos con otros sin saber cómo ni desde qué momento, pero como si de amigos de toda la vida se tratase, algo muy especial que un evento de estas características nos dejó.








Recordemos, para terminar, algo muy importante. En los primeros párrafos hablábamos del lado más extremo del fitness, o el momento en el que deja de ser sano, y es que esto es una realidad pues, aunque por suerte no fue mi caso el de tener algún tipo de complicaciones serias, sí que hubo competidores que confesaron haber tenido problemas de mareos, bajadas de tensión, debilitamientos o síntomas de deshidratación en el día del evento. Con esto quiero decir que las preparaciones para competir se deben dejar para los que realmente saben lo que están haciendo, o para los que están respaldados por auténticos profesionales del tema y no poner en riesgo nuestra salud, porque es realmente fácil sobrepasar la línea de la zona segura cuando nos movemos tan cerca de los límites. Y no debemos dejar sin su momento de protagonismo al apoyo moral de los tuyos que, sin duda, yo considero la base del éxito en una preparación, pues el desgaste mental es el principal enemigo y el que más fuerte golpea. Yo me he sentido acompañado en este camino por los míos y tengo claro que ese ha sido el factor clave para no abandonar. Aún así con todo lo bueno y todo lo malo se trataba de un día de celebración en un impresionante lugar, por lo que así lo tomamos, listos para lo que quedaba por hacer esa noche: tomar asiento y disfrutar de la participación de las demás categorías con los deberes hechos.